
''Denn die Todten reiten schnell''
jueves, 11 de julio de 2013
Noches negras
Entre las columnas
de sombras
nuestras siluetas
fundidas,
entrelazadas,
se besaron.
Se consumió
el rosado de
los rayos
trenzados.
Furtivas brisas
entre resquicios
de piel se colaron.
Nuestras lenguas
húmedas
se saborearon.
Nuestras alas
negras
nuestros cuerpos
taparon.
Y las llamas,
furiosas,
se consumieron.
El lucero cálido
con sus dulces
rayos
acarició
nuestros pasos.
Mis ojos nunca más
te observaron.
Tus manos nunca
más
me tocaron.
Por minutos
Por minutos
pensaba que tu hilo
era
de hierro forjado.
Átropos incrédula
no sabría cortarlo.
Que tonta fui,
cómo no lo vi.
Te desvaneciste entre mis
brazos.
Te fuiste sin mí.
Me dejaste empapando
tus mantos
con mi llanto.
El pasto acaricia mi rostro
con ásperas brisas
que producen su
vaivén como
pequeñas bailarinas.
Mis lágrimas son la lluvia
que a tu sepultura
limpia.
Te deseo conmigo,
mi pedazo de alegría.
Subir por las estrellas
y no volver a pisar
tu loza fría.
Noches de pasión
Tu aliento cálido roza mis labios
como cándidas velas bajo
los susurros de alocadas bestias.
Gemidos que
tiemblan bajo mis manos;
estremecimientos
ocultos
bajo mantos sudados.
Tu piel
brillante como diamante,
acalorado
como nuestros
corazones
agitados,
suave deja recovecos
entre mi
vientre y labios;
nuestras manos
entrelazadas
como trenzas
firmemente
agarradas.
El sol acaricia,
seductora,
el vidrio empañado
por las miradas
sedientas en una
noche de verano.
El frío hiende en mi piel;
las llamas de tu piel
acaramelada
se fundieron
con la luna blanca.
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